Dónde comer carbonara en Roma: los 10 mejores restaurantes

Conocido como el "Pavarotti de la carbonara", Luciano Monosilio también comparte nombre de pila con el famoso tenor. Su fama también ha llegado al extranjero (recientemente ha conseguido una consultoría en Ciudad del Cabo), pero su carbonara tiene una reputación propia. Fue él quien, en tiempos de Pipero, "inventó" la técnica del baño maría para obtener la consistencia perfecta de la salsa. El guanciale se corta en dados gruesos y queda muy crujiente. Y aunque su restaurante Luciano tiene un aire más gastronómico que una trattoria, la carbonara es algo que hay que probar si visitas la Piazza del Pellegrino.

Y luego está Pipero, donde empezó todo. Gracias a sus dotes naturales de comunicador, fue el chef Alessandro Pipero quien llevó este plato más allá de la trattoria, con la innovadora idea de vender la carbonara al peso. Aunque Monosilio puede reclamar la autoría de la receta, hoy en día con la cocina en manos de Ciro Scamardella, la carbonara de Pipero es un palto imprescindible.

Si podemos hablar de un "Luciano Pavarotti" de la carbonara, también podemos decir que el chef tunecino Nabil Hadj Hassen es el "José Carreras" de este plato. Durante años ha trabajado en Roscioli, donde se consagró como el rey de este plato. Desde hace un año trabaja en Baccano, donde ha aportado su estilo de cocina internacional, así como su maestría a la hora de elaborar platos tradicionales romanos.

En Roscioli, el chef Nabil ha dejado a su paso la maestría necesaria para preparar una de las mejores carbonaras de la ciudad. Aunque el "método Roscioli" se enseña en las escuelas, el carácter único de este restaurante se demuestra en el mostrador de exquisiteces dirigido por Riccardo Cecchetti, que selecciona los mejores quesos y embutidos. Si quieres saber cuál es el mejor pecorino o guanciale, sólo tienes que preguntar. Y para una receta tan sencilla, los mejores ingredientes son la base de un plato perfecto.

Siguiendo con la metáfora lírica, podemos decir que la "Montserrat Caballé de la carbonara" es Barbara Agosti, que ha dedicado su restaurante a todo lo relacionado con los huevos (caviar incluido). Hasta tiene una carta de carbonara, donde se pueden pedir los clásicos, incluida la versión de 1954 de La Cucina Italiana. Además, tienen carbonara on the go, una especie de helado frito en palito relleno de carbonara que la chef llevó a Masterchef hace unos años.

Santo Palato, excelente ejemplo de trattoria moderna, cuenta con una carbonara permanente en el menú. La de Sarah Cicolini es sedosa, cremosa y abundante, con hermosos espaguetis gruesos como base y crujientes tiras de guanciale. Es uno de los pocos platos permanentes del restaurante, como las albóndigas hervidas y el maritozzo. En la pizarra, la joven chef muestra a diario los platos especiales.

Siguiendo con la nueva ola de trattorias modernas (las típicas con chefs tatuados), aquí tenemos Trecca, que por suerte ha traído la cocina tradicional en clave moderna a un desierto gastronómico como es el barrio de San Paolo. Basta decir que encontrar mesa en el restaurante de los hermanos Trecastelli es todo un reto. La carbonara es uno de los motivos que justifican el éxito de este local, entre otros platos: el triunfo de la cremosidad.

Un restaurante de barrio con una joven chef encantadora y marchosa. Un vistazo a la carta nos dice que, aunque Susanna Sipione parezca delicada, su cocina es de todo menos etérea. La casquería y los clásicos romanos están siempre presentes, así como numerosos platos creativos. Su carbonara es suntuosa, con el punto justo de sabor, y hace muy felices a los numerosos aficionados y turistas que pasan por este pequeño local del barrio de Prati.

Nacido del proyecto de Vincenzo Mancino, Dol (De Origen Lacio), Proloco Trastevere interpreta mejor que nadie la tradición poniendo en el plato sólo ingredientes regionales seleccionados. La carbonara no es una excepción y le saca partido a las grandes cualidades de Mancino como seleccionador y la mano experta de su mujer, Elisabetta Guaglianone, que dirige la cocina. Además, se encuentra en el barrio del Trastevere, el entorno perfecto para un plato romano 'Dol'.