Los mejores steakhouse de Nueva York

Nombrado por Grub Street como el "mejor steakhouse de Nueva York", este restaurante es conocido por su servicio, sus vistas a Central Park, sus excelentes vinos y su sencillo menú, con cortes de carne tradicionales. Grub Street recomienda los aros de cebolla con suero de leche y el doble corte de côte de boeuf, que se sirve en una bandeja de plata acompañado de salsa de vino tinto con tuétano fundido.

Este elegante asador, en el que el glamour del viejo mundo se une a la ostentación moderna, es conocido tanto por la calidad de sus cortes al punto como por sus guarniciones de influencia europea, como las espinacas a la crema y las patatas en grasa de oca.

Uncle Jacks es un local de la vieja escuela con mucha personalidad que destaca por sus filetes madurados en seco durante 100 días. Su especialidad es la carne de buey de Kobe, aunque hay una gran variedad de cortes de carne para elegir, como el filet mignon, el T-bone, el New York strip, el porterhouse y el surf and turf.

Este animado local, popular entre turistas y locales, es conocido por su Porterhouse con hueso, que llega a la mesa poco hecho y chisporroteante. Una loncha de beicon, crema de espinacas y crujientes patatas alemanas completan la experiencia.

Este clásico steakhouse neoyorquino abrió sus puertas en 1927 en la zona de los teatros de Manhattan y sigue ahí por una buena razón. Los cortes de vacuno premium certificados que cuelgan del escaparate atraen a los clientes, mientras que en el interior se puede ver a los chefs trabajando duro en la cocina, asando los filetes sobre troncos de nogal.

Si te apetece una versión de lujo de la barbacoa coreana, prueba Hyun. Este restaurante destaca por sus filetes de Wagyú japonés marmoleado de calidad A5, sacrificado en casa, que asan junto a tu mesa y sirven en un interior fresco y elegante.

Empieza con un cóctel de gambas y después pásate a una jugosa chuleta bien marcada acompañada de Gorgonzola y cebollas recién fritas. Hedonismo en estado puro.

Este steakhouse clásico se fundó en el centro de la ciudad en 1885. Su historia, junto con los paneles de madera oscura, lo convierten en uno de los lugares más sugerentes y confortables para degustar un bistec Porterhouse (madurado en seco en la propia casa, naturalmente).

Piensa en piezas marmoleadas de Porterhouse maduradas en seco, asadas al punto y cortadas en rodajas antes de llevarlas a la mesa. Los filetes se sirven en su propia salsa con varias guarniciones, desde su versión de las patatas fritas alemanas a la crema de espinacas.

Este local de confianza, presente en casi todas las listas de los mejores asadores de Nueva York, conoce bien su especialidad: suculentos filetes clásicos servidos con espinacas a la crema, ajo asado y puré de patatas cargado de mantequilla y regado con una buena selección de cócteles.

El establecimiento de Josh Capon, situado en el centro de la ciudad, está especializado en bistecs preparados por expertos, desde un filet mignon de 10oz con ajo confitado, hasta un New York strip de Wagyú japonés A5, pasando por el ribeye tomahawk de 400oz y el porterhouse (para que todos los paladares tengan donde elegir).

Si te apetece comer carne de vacuno con acento egeo, prueba Christos, el lugar donde se sirve su famosa "cuña" premium para dos personas envejecida en seco. Puedes acompañar los cortes con entrantes y las guarniciones continúan como el queso vlahotiri, el pulpo carbonizado con pimientos asados y aderezo de vino tinto y el puré de patatas con feta ahumado. 

Cote de Simon Kim, de origen coreano, es una feliz combinación de carne coreana y barbacoa americana, y sus clientes adoran la experiencia. Para empezar, se presenta cruda en la mesa la belleza de las marmoladas carnes premium certificadas y, a continuación, un camarero experto las cocina en una parrilla sin humo junto al comensal. Échale un vistazo a la carne que cuelga en la sala de maduración de la planta baja antes de pedir.

El elegante CUT by Wolfgang Puck de Manhattan es uno de los seis que hay en todo el mundo. Destaca por su Wagyú, poco hecho por dentro y con el punto justo de carbonización por fuera, servido con una bearnesa completa.